EN BUSCA DEL FUEGO
Año de Producción: 1981
Duración: 100´
FICHA
TÉCNICA
Dirección Jean-Jacques Annaud
Guion Gérard Brach/J.H.Rosny
Fotografía Claude Agostini
Música Philippe Sarde
Producción Véra
Belmont/Jacques Dorfmann/Denis Héroux/John Kemeny
INTERPRÉTES
Everett McGill Naoh
Ron Perlman Amoukar
Nicholas Kadi Gaw
Rae Dawn Chong Ika
Gary Schwartz Rouka
Naseer El-Kadi Nam
SINOPSIS
Un clan de neandertales, durante el ataque de un grupo de homínidos más simiescos y salvajes pierde su bien más preciado y aquel que les permite la supervivencia en un hábitat enormemente inhóspito, el fuego, el cual, al desconocer como crearlo mantenían encendido de manera permanente en la cueva que les servía de refugio y hogar. Ante esta situación deciden enviar a tres de sus mejores guerreros en busca de un nuevo fuego.
COMENTARIO
Jean-Jacques Annaud, director de En busca del fuego, nunca ha sido un cineasta a quien le hayan tirado para atrás las dificultades que un hipotético rodaje complicado pudieran ocasionarle. De esta forma fue capaz de abordar la adaptación de una novela considerada inadaptable al cine como era El nombre de la rosa (1986), filmar en condiciones extremas en las que otorgar a la naturaleza todo el protagonismo como es el caso, incluso cediendo todo el peso de la película a un animal cuándo los efectos digitales eran cosa de ciencia ficción, como hiciera en El oso (1988) o Dos hermanos (2004), también llegando a filmar sin permisos, algo que llevaría a cabo para la producción protagonizada por Brad Pitt Siete años en el Tíbet (1997), alegando fraudulentamente a las autoridades nepalíes que los exteriores rodados en estos parajes eran para un documental en lugar de para una película de ficción. Es por ello que se trataba del director más adecuado para trasladar a las pantallas de cine la novela de los hermanos belgas Boez, quienes bajo el pseudónimo de J.H. Rosny publicaran en 1911 La guerre du feu, historia que sería convenientemente adaptada de cara a la gestación del guion de la película para hacer aún más precisos los hechos relatados en base a todos los avances que en materia de paleontología y antropología habían tenido lugar entre el año de publicación de la novela y el de filmación de la película.
De esta manera nos encontramos ante un título enormemente fidedigno respecto a la época que relata, y donde si bien los mayores errores históricos, o mejor dicho prehistóricos, se encuentran en la cantidad de tribus y grupos de homínidos que conviven en el relato y que no hubiera sido posible ver interactuar en el momento en que se desarrolla la película así como en la idea atestiguada por los investigadores de que el hombre de neandertal si era capaz de fabricar el fuego, vemos como estos anacronismos se entienden en base a la necesidad de dotar a la narrativa de una mayor fluidez y dinamismo. Aún con todo nos encontramos con la película que con mayor fidelidad representa la prehistoria frente a una caterva de títulos englobados dentro del cine de aventuras más descabellado y de aires pulp, los cuales carecen de cualquier tipo de rigor científico, presentándonos para la ocasión bellas hembras embutidas en minúsculos bikinis combatiendo contra dinosaurios en clásicos a su manera como Hace un millón de años (1966), uno de los títulos gracias a los cuales Raquel Welch se convertiría en uno de los iconos sexuales de las décadas de los sesenta y setenta o Cuándo los dinosaurios dominaban la Tierra (1970), donde es la rubia Victoria Vetri la encargada de lucir palmito frente a toda una caterva de criaturas extinguidas millones de años antes que el ser humano hiciera acto de presencia en la Tierra. La más tardía El clan del oso cavernario (1986), protagonizada por Daryl Hannah, si que se acercaría más en ideas e identidad a la película de Jean-Jacques Annaud, estando igualmente basada en una novela del mismo título, aunque sin llegar a las cotas de virtuosismo del título que nos ocupa.
La película logra emanar esa autenticad que la ha convertido en un clásico gracias a varios elementos. Annaud filma toda la película en exteriores, y aunque las condiciones propias de este tipo de filmaciones convertirían la producción en enormemente complicada, logran dotar a la película de una autenticidad que de otro modo no hubiera sido posible. Así, durante la filmación de la película el equipo técnico y artístico recorrería medio mundo, con localizaciones en Kenia, Escocia o Canadá, todo ello para dar con los bellos paisajes capaces de recrear con la mayor exactitud posible la época en la que se desarrolla la película. Asimismo no podemos dejar de mencionar los trabajos de maquillaje y caracterización orquestados por un enorme equipo de profesionales y que consiguen igualmente hacer creíble una idea y propuesta con la que hubiera sido muy fácil caer en la astracanada o en la parodia involuntaria. Los maquillajes, en unas ocasiones más sutiles y en otras más complejos, recrean con gran fidelidad las fisionomías de las diferentes especies presentes en el relato, siempre con un nutrido grupo de expertos en la materia asesorando al respecto, haciéndose de hecho con el Oscar al Mejor Maquillaje en la gala celebrada en el año 1983. En este aspecto no podemos dejar de reconocer la excelsa labor en las caracterizaciones que convertirían a auténticos felinos en milenarios dientes de sable o a todo un grupo de elefantes en una manada de mamuts. Y es que como ya apuntábamos con anterioridad el cine de Annaud ha estado en numerosas ocasiones muy ligado al mundo de la naturaleza y en concreto al mundo animal. Y es que tal era el nivel de mimo puesta al servicio de dotar de credibilidad a la película que se contaría con profesionales de la talla de Anthony Burgess, conocido por ser el autor de la novela La naranja mecánica, relato que sería adaptado al cine en 1971 por Stanley Kubrick, y quien se encargaría de crear todo un sistema de comunicación o lenguajes creíbles entre los personajes, inventando un tipo de comunicación diferente en función de cada una de las tribus o especies que vemos en pantalla. Asimismo, el zoólogo Desmond Morris, conocido internacionalmente por su obra de 1967 El mono desnudo, trabajaría como asesor de los movimientos de los diferentes actores que vemos en pantalla, de manera que su forma de caminar o gesticular fuera lo más parecido posible a la de los ancestros a quienes dan vida.
El peso de la música en la película es vital, ya que nos encontramos ante un título donde no hay diálogos, no al menos en la manera en que nosotros como espectadores los entendemos, de ahí que el trabajo del compositor francés Philippe Sarde sea tan reseñable. Así, la música acompaña a la perfección a las diferentes secuencias, no solo dotándolas de continuidad, sino que amplifica cada uno de los momentos presentados, bien sea mediante temas que remarquen las situaciones más íntimas y pausadas como aumentando la sensación de peligro a la que los protagonistas se ven enfrentados en numerosas ocasiones a lo largo de su viaje en busca del fuego. Como no podía ser de otra manera Sarde utiliza sonoridades rusticas y primarias para dar forma a la partitura musical de la película.
Asimismo podemos encontrar bajo las antes
mencionadas capas de maquillaje a un grupo de intérpretes en su mayoría desconocidos
para el gran público, algo totalmente obligado para dotar a la cinta de la
credibilidad necesaria que hace de En busca del fuego por momentos un título
con aires de semi documental. Sin embargo cabe pararse sobre dos de estos
nombres. Por un lado y dando vida al personaje de Ika descubrimos a una joven de
apenas veinte años, la canadiense Rae Dawn Chong, quien unos años más tarde
formaría parte de ese clásico de la acción más desenfadada que es Comando
(1985), siendo igualmente parte del elenco de la celebrada El color purpura
(1985). Sin embargo, el nombre que más llama la atención dentro del apartado
artístico es el de Ron Perlman, no solamente porque es quien mejor construye a
su personaje, logrando una interpretación gestual impresionante, sino porque
sería este el primer contacto del intérprete con el mundo de las
caracterizaciones. Y es que Perlman, poseedor de un rostro personalísimo
fácilmente reconocible, ha abordado buena parte de sus más conocidas
interpretaciones bajo ingentes capas de maquillaje. Así, nuevamente de la mano
de Jean-Jacques Annaud daría vida al personaje de Salvatore en El nombre de la
rosa (1986), lo mismo que a la bestia de la serie televisiva basada en el
celebérrimo cuento popular y donde le acompañaría Linda Hamilton, la inmortal
Sarah Connor. También irreconocible aparecería en la fallida La isla del Dr
Moreau (1997) protagonizada por Marlon Brando y Val Kilmer, siendo asimismo
Hellboy en las dos entregas dirigidas por Guillermo del Toro. Además, su
potente y grave voz le ha permitido granjearse un hueco en el mundo del doblaje
de videojuegos y series de animación.
Con todos estos elementos En busca del fuego logra erigirse no solo como la más brillante película jamás filmada sobre la prehistoria, sino que acaba resultando una enorme cinta de aventuras, un estudio enormemente fiel sobre una época tan desconocida como es la prehistoria y donde, más allá de la citada búsqueda de un fuego que se erige como el elemento diferenciador entre sobrevivir o morir, podemos atisbar elementos evolutivos presentes a lo largo del metraje y versados sobre elementos tales como la risa, el combate, el sexo o las relaciones personales entre humanos.
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