lunes, 14 de abril de 2025

MARCA DE LA CASA

MARTIN SCORSESE

Martin Scorsese se ha erigido en base a un trabajo arduo y constante como uno de los más grandes realizadores norteamericanos de las últimas cinco décadas. Si bien su cine no siempre se ha visto amparado por el beneplácito de crítica y público, quienes le han dado la espalda en no pocas ocasiones, la perspectiva del paso del tiempo han configurado en la filmografía de Scorsese una cierta catarsis de contenidos muy interesante, llegando a tocar multitud de géneros como el romántico, el drama, la comedia, el histórico o el musical, pero siempre con una serie de constantes fílmicas a reseñar. Estas son las marcas de la casa del cine de Scorsese.

DE PERDEDORES Y PERDIDOS

Los personajes de las películas de Scorsese se caracterizan por mantener una permanente aura de seres de segunda, perdedores impertérritos que además conocen sus limitaciones y se aceptan como son. No hallaremos en ese sentido héroes fílmicos de una pieza, personas con conciencias inmaculadas y carentes de debilidades. El director se inclina por protagonistas anodinos y con un poso de autodestrucción como el Travis Bickle de Taxi driver (1976) o el Rupert Pupkin de El rey de la comedia (1982). Incluso cuándo aborda llevar a la pantalla grande biografías de personajes como pueden ser el Jake La Motta de Toro salvaje (1980), el Howard Hughes de El aviador (2004) o el Jordan Belfort de El lobo de Wall Street (2013), se inclina por personalidades en los que pueda resaltar más sus miserias que sus virtudes y logros. El gran paradigma de esta idea es su Jesucristo humanizado de La última tentación de Cristo (1988), alejado de visiones más cercanas al aura Mesiánico del resto de producciones sobre el personaje.

NEW YORK, NEW YORK

Ese es el título de una de sus películas y también la ciudad que vio nacer al cineasta. En esta urbe metropolitana tan propicia para hacer cine ha ambientado Scorsese muchos de sus grandes títulos, mostrando además absolutamente todas las facetas de la ciudad. Su cara más oscura y sórdida mostrada mediante el rodaje nocturno en exteriores en Taxi driver (1976), su lado más glamuroso y artístico utilizando para ello grandilocuentes decorados en New York, New York (1977), sus barrios generadores de mitos del hampa en Uno de los nuestros (1990), su aspecto más refinado y naif del último cuarto del siglo XIX en La edad de la inocencia (1993), pero igualmente su vertiente más violenta y caótica que generó la propia creación de la ciudad a mediados del mismo siglo XIX en Gangs of New York (2002).

MELOMANIA

Scorsese es un apasionado de la música, algo que queda patente en la importancia que concede en sus películas a la banda sonora, la cual puede estar conformada por una pila de grandes títulos del rock, soul, blues… escogidos por el propio director o por composiciones creadas ex profeso para la película. Destacar en este apartado la forma en que el director utiliza en no pocas ocasiones los fondos musicales para jugar al contraste, compaginando secuencias marcadamente dramáticas con música que en apariencia no encajaría por su ligereza con las imágenes mostradas en pantalla o viceversa. El amor de Scorsese por la música resulta de esta forma perfectamente amparado en la necesidad de su inclusión en las películas del realizador. Pero esta pasión por la música no queda patente únicamente en sus películas de género, sino que Scorsese ha mantenido paralelamente una notable filmografía bien como director bien como productor de documentales sobre temas musicales donde da rienda suelta a su melomanía.

FIDELIDAD

Scorsese es un director leal a los que considera su gente. Buena prueba de ello se observa en cómo ha contado básicamente con dos únicos actores principales para sostener el grueso de su producción fílmica. Entre mediados de los setenta y mediados de los noventa sería Robert De Niro quien crearía grandiosos personajes que tienen buena parte de peso en la consideración de De Niro como uno de los más grandes intérpretes de la historia del cine, volviendo a contar con el intérprete de El irlandés en sus últimas producciones. Sería a raíz de su participación en Gangs of New York (2002) que se iniciaría un nuevo tándem creativo entre Scorsese y Leonardo Di Caprio, el cual les llevaría a trabajar juntos en cinco títulos en apenas una década, manteniendo igualmente este affaire a día de hoy. Otro ejemplo significativo es el affaire profesional que mantienen el director y su montadora de cabecera Thelma Schoonmaker, con quien no ha dejado de trabajar desde los primeros títulos de ambos a mediados de los sesenta. Y es que Scorsese es seguidor de la máxima que dice si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?

MAESTRIA TECNICA

La capacidad del director neoyorquino a la hora de manejar la cámara, encuadrar las tomas, dibujar sus películas o utilizar la voz en off es un ejemplo de actitudes narrativas que le otorgan la virtud de que si bien la mayoría de sus películas tienden a extender su metraje comercial hasta  duraciones que van de las dos horas treinta a las tres horas, están dotadas de un ritmo y una agilidad tal que el espectador no acaba hastiado de estas. Un gran exponente de este idea la encontramos en El lobo de Wall Street (2013), y es que hablamos de una obra que durante tres horas nos muestra en tono de comedia negra los avatares y desmanes de un timador de las altas esferas, mediante un suma un sigue de gags, discursos y viajes en montaña rusa que para nada llega a suponer un mínimo aburrimiento a lo largo de su visionado, lo mismo que sucede con El irlandés, su película más larga pero que en ningún momento se hace tediosa.

 

Martin Scorsese ha logrado de esta forma hacer de su gran pasión cinéfila no solo su profesión, sino su caballo de batalla mediante la recuperación, preservación y restauración de infinidad de grandes obras de la historia del cine, labor en la que también ha volcado sus esfuerzos. Su amor por el cine es tal que hoy en día, a sus más de ochenta años, mantiene la pasión, la garra y energía de sus primeros títulos, no bajando tampoco el acelerador en cuanto a su ritmo de trabajo, lo que nos permite seguir disfrutando de su trabajo en series, películas o documentales.

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