martes, 12 de agosto de 2025

14. EL BESO DE LA PANTERA

EL BESO DE LA PANTERA

Año de Producción: 1982

Duración: 119´

FICHA TÉCNICA

 

Dirección                                 Paul Schrader

Guion                                      Alan Ormsby

Fotografía                               John Bailey

Música                                    Giorgio Moroder

Producción                             Charles W. Fries

INTERPRÉTES

Nastassia Kinski          Irena
Malcolm McDowell      Paul
John Heard                 Oliver
Annette O´Toole         Alice
Ruby Dee                   Female
Ed Begley Jr.              Joe
Scott Paulin                Bill
Frankie Faison            Detective Brandt

SINOPSIS

Una joven llega a Nueva Orleans para encontrase con su hermano, a quien no veía desde que era una niña. Pero nada más llegar a su nuevo destino y encontrarse con su familiar comenzará a percibir que existe algo sombrío y prohibitivo en la relación entre ambos, una maldición donde el sexo, la muerte, la metamorfosis y el incesto van de la mano.

COMENTARIO

Entre mediados de la década de los setenta y la década de los ochenta Paul Schrader se convertiría en uno de los guionistas más reputados de Hollywood gracias a sus libretos para películas como Yakuza (1974), Taxi driver (1976), Toro salvaje (1980), La costa de los mosquitos (1986) o La última tentación de Cristo (1988), desarrollando paralelamente una más irregular aunque interesante carrera como director, filmografía en la que El beso de la pantera acabaría resultando uno de sus trabajos más fascinantes. Basada en la película de 1942 La mujer pantera, Schrader sin embargo nunca ha considerado El beso de la pantera como un remake al uso, suponiendo para el cineasta más una reinterpretación del guion original obra de DeWitt Bodeen. Y sin embargo son evidentes los homenajes a la película dirigida por Jacques Tourneur en secuencias como la de la persecución que acaba abruptamente frente a un tranvía, la escena dentro de la piscina, en ambos títulos uno de los momentos más celebrados, o el momento en el que una mujer reconoce la maldición en la joven Irena, llegándose incluso en este caso a bautizar al personaje de Malcolm McDowell como el gato que en la cinta estrenada cuatro décadas atrás se encontraba en las oficinas donde trabajaba el protagonista de la cinta de la RKO.

Lo primero que llama la atención al ver El beso de la pantera es la pátina visual que posee la película, algo muy marcado y evidente desde un prólogo donde unos tonos ocres y rojizos enormemente llamativos son los grandes protagonistas. Y es que de hecho el aspecto estético de la película cobraría tanta importancia que el propio Schrader consideraría que la película era tanto obra suya como de Ferdinando Scarfiotti, su mano derecha durante todo el proceso de preproducción y filmación, y colaborador en funciones de director de arte o de diseño de producción en películas como Muerte en Venecia (1971), El último tango en Paris (1972), El precio del poder (1983) o El último emperador (1987). De hecho el director quería reconocer en los títulos de crédito el trabajo de Scarfiotti dándole peso prácticamente de codirector de la película, algo que no le sería permitido desde el estudio para no crear de esta manera un precedente. Y es este aura visual que posee este título el máximo responsable que hace del visionado de El beso de la pantera una experiencia que linda entre una fisicidad enormemente presente en los momentos más marcados a nivel erótico o de violencia explícita y ese tono onírico y de ensoñación que recorre todo el metraje. Como nota curiosa dentro del apartado visual y de arte de la película señalar que dos de las figuras que adornan las jaulas del zoo donde se desarrolla buena parte de la película, y que de hecho representan a panteras, serían reutilizadas para adornar el famoso reloj de la torre de Regreso al futuro (1985). Y es que ambas películas fueron producidas en parte por Universal, en este caso en colaboración con una filial de la misma RKO que produjera La mujer pantera cuarenta años atrás.

Cabe reconocer el acierto a la hora de escoger a los dos protagonistas principales. De una parte, Nastassia Kinski, actriz de culto gracias a sus papeles en Tess (1979), Corazonada (1981), Paris, Texas (1984), Los amantes de Maria (1984) o el propio título que nos ocupa, quien confiere a su personaje esa dualidad que maneja el mismo entre la candidez y la sexualidad, entre la inocencia y la frialdad. La hija del intérprete Klaus Kinski, con quien Nastassia viviría una relación tan tormentosa que llegaría a celebrar su muerte, y de la actriz Brigitte Ruth Tocki, quien rodaría una secuencia para la película que sería desechada en la sala de montaje y que tiene lugar durante la ensoñación onírica del personaje de Irena en la cual habla con su hermano muerto, se convertiría gracias a películas como El beso de la pantera en una de las musas eróticas del cine de los ochenta. La joven, que en el momento de la filmación contaba con veintiún años, llegaría a vivir un tórrido idilio durante el rodaje con Paul Schrader que ella misma se encargaría de dar por finiquitado una vez acabada la producción, alegando ante un afligido Shrader que ella siempre se acostaba con los directores de sus películas. Por otra parte tenemos a un Malcolm McDowell tremendamente cómodo en roles en los que sus personajes muestran un psique compleja y cercana a la locura, como bien había dejado patente en películas tan icónicas como La naranja mecánica (1971) o Calígula (1979), brindándonos un personaje que se mueve entre la repulsión que nos provocan sus acciones y comportamiento y cierta atracción precisamente por actuar con absoluta libertad. Les acompañarían en la película igualmente en papeles protagonistas un John Heard tremendamente popular gracias a sus apariciones en Big (1988) y especialmente en Solo en casa (1990) y su secuela, donde daba vida al padre del personaje de Kevin, así como una Annette O´Toole a quien todo el mundo reconoce por haber encarnado a Lana Lang en Superman III (1983), siendo asimismo Martha Kent en la serie para televisión Smallville (2001-2011).

Dentro de los apartados más característicos que cabe destacar dentro de El beso de la pantera y que contribuirían irremediablemente a su consideración como título con cierto aire de de culto, a pesar de haber sido denostado por buena parte de la crítica y del público en el momento de su estreno, tendríamos que citar dos. De una parte una hipnótica banda sonora que acompaña a la perfección a unas secuencias que se mueven entre lo pesadillesco, lo sexual y lo violento, lo real y lo imaginario, la luz y la sombra, siendo esta obra de un Giorgo Moroder considerado como el pionero de la música electrónica y colaborador en infinidad de bandas sonoras entre las que podemos rescatar películas como El expreso de medianoche (1978), Flashdance (1983), El precio del poder (1983), Top Gun (1986) o Rambo III (1988). Moroder sería además el mentor del más conocido Harold Faltermeyer, quien seguiría sus pasos dentro de la música electrónica siendo el autor de icónicos soundtracks como los de Superdetective en Hollywood (1984) o Tango & Cash (1989). Por último y dentro del apartado musical reseñar asimismo el conocido tema de David Bowie Putting out fire y que acompaña tanto los títulos de crédito iniciales como finales de la película.

Si bien Paul Schrader quería crear una película más centrada en la generación de ambientes desasosegantes que en el terror puro y el susto fácil, no eludiría ofrecer al público una versión que se alejaría frontalmente de esa aura de título de sugestión que posee la película estrenada en 1942 y dirigida por Jacques Tourneaur. Si a eso añadimos que nos encontrábamos en pleno auge de los efectos prácticos y de maquillaje así como en el uso de protésicos y animatrónicos, la película contiene un puñado de secuencias impactantes protagonizadas por el uso de la explicitud en su concepción y puesta en pantalla. Escenas como la de la amputación del brazo, el ataque a la prostituta o la autopsia a la pantera resultan repulsivas y explícitas, no eludiendo mostrar la violencia con toda su fuerza y crudeza. Aunque igualmente cierto es que Schrader aplicaría conscientemente el erotismo como antagonista de estos momentos tan salvajes. Vida y muerte, que es de hecho uno de los temas centrales de la película. Asimismo, y estrenándose un año más tarde de películas como Un hombre lobo americano en Londres (1981) o Aullidos (1981) no podían no mostrar el momento de la transformación en pantera de su protagonista. Si bien se diseño para ello un traje completo que portaría Nastassia Kinski, finalmente se optaría por no ser tan explícitos a la hora de montar la escena de su metamorfosis de mujer en animal, jugando con la oscuridad de la habitación y fusionándola con momentos donde si puede verse dicha transmutación. Y es que los efectos prácticos de la película son los otros responsables de que El beso de la pantera haya cumplido más de cuarenta años sin resultar artificial u obsoleta en su resultado final.

De esta manera El beso de la pantera, a pesar de no ser, como apuntábamos con anterioridad, un título celebrado por parte de la crítica y el público, quienes en ocasiones la consideran fallida y algo exhibicionista, si que merece ser rescatada de ese cierto ostracismo en base a una serie de elementos reseñables como son la presencia de una Nastassia Kinski nacida para este tipo de papeles, un diseño de producción que brilla a enorme altura y a quien acompañan unos efectos especiales que han convertido en memorables varios momentos de la película, así como el hecho de haber logrado Schrader su objetivo principal de mostrar un título donde el terror, la fantasía y el erotismo van de la mano en una historia de ribetes trágicos mostrada en pantalla como si de una pesadilla que linda entre la vigilia y el sueño se tratara. No podemos por último no rescatar los brillantes momentos brindados por las propias panteras utilizadas en pantalla, sustituidas para planos más generales por pumas pintados de negro dado el hecho que las panteras no pueden ser domesticadas. Y es que la labor de montaje que interconexiona el trabajo de los actores con los primeros planos que muestran las miradas y gestos de estos animales nos hace totalmente creíble exista una comunicación entre ambos, siendo este uno de los elementos principales que logran que toda la película funcione dibujándonos la película una maldición con aires de tragedia teñida de sangre. 

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