DRACULA DE BRAM STOCKER
La versión que Francis Ford Coppola dirige de la novela de Bram
Stocker abunda en elementos eróticos, presentes tanto en conversaciones entre
personajes, así sucede en el caso de algún diálogo entre Mina y Lucy, como en escenas
donde la carnalidad y la elegancia formal a la hora de presentarla son los
elementos predominantes.
Quizás la secuencia más recordada por el espectador a este
respecto sea la de la seducción por parte de unas lanzadas vampiresas a un mojigato
Jonathan Harker, jugando Coppola con las luces y texturas de las telas entre
las que aparecen estas figuras tan eróticas y excitantes como letales, en clara
alusión al pecado y sus funestas consecuencias, como bien queda patente en la
resolución de la escena.
Buena parte del éxito de esta escena se debe a la aparición de una
primeriza Monica Bellucci en el rol de novia de Drácula, preludio de lo que
acabaría por convertir a la bella actriz italiana en todo un icono del erotismo
y la belleza en el cine.
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