INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA CRUZADA
Año de Producción: 1984
Duración: 126´
FICHA TÉCNICA
Dirección Steven Spielberg
Guion Jeffrey Boam
Fotografía Douglas Slocombe
Música John Williams
Producción Robert Watts
INTERPRÉTES
Sean Connery Henry Jones
SINOPSIS
El arqueólogo Indiana Jones es contratado por el magnate
Walter Donovan para que localice el Santo Grial, el cáliz usado por Jesucristo
durante la Última Cena y que según cuenta la leyenda posee el poder de volver
inmortal a quien beba de él. Indiana rechaza de inicio el encargo desconfiado
ante la historia narrada, pero cambiará radicalmente de opinión cuándo le
comuniquen que su padre, Henry Jones, que al igual que él es arqueólogo y
profesor, desapareció misteriosamente mientras buscaba dicha reliquia.
COMENTARIO
Tercera entrega de la archiconocida saga creada a cuatro
manos por George Lucas y Steven Spielberg, y que tras el interludio de Indiana
Jones y el templo maldito (1984) vuelve sobre los pasos marcados por la primera
entrega, En busca del arca perdida (1981). Así, Indiana vuelve a fijar su
objetivo sobre una reliquia de tintes religiosos, en la anterior ocasión lo fue el Arca de la
Alianza, reencontrándose durante su travesía con varios de los personajes
principales que vieran la luz en 1981 así como recuperando a los nazis como
enemigos y competidores a la hora de hacerse con tal preciado botín. Pero quien
piense nos encontramos ante un refrito de lo ya visto en la primera entrega
está completamente equivocado, ya que la película contiene los suficientes
elementos de interés y novedades como para volver a ofrecer un espectáculo
cinematográfico de primer orden.
La película se inicia, como sucedía en los dos títulos
anteriores siendo esta una de las marcas de la franquicia, con un prólogo de
altura que narra toda una aventura completa independiente de la trama central.
Pero en esta ocasión sirve además para mostrar en dicho preludio como adquiría
el personaje central muchas de sus señas
de identidad. De esta manera, un joven Indiana Jones interpretado por el
malogrado River Phoenix, nos muestra en dicha aventura como se hace con varios
de sus afiches más representativos como son el sombrero de aventurero que le
acompaña en todas sus aventuras o el látigo, conoceremos también el origen de
su fobia por las serpientes así como el episodio por el cual acabaría con la
barbilla marcada con una particular cicatriz. Y por si todo ello no fuera poco
se presentará ante el espectador la figura de su padre, fundamental no solo
dentro de la presente película sino como referente para entender toda la forma
de ser y comportarse de Indiana. Y todo ello en apenas quince minutos de
auténtico vértigo que suponen todo un excelente aperitivo de lo que está por
venir.
La historia prosigue con la inevitable presentación de
los nuevos personajes y del eje central sobre el que se desarrollará la trama,
demostrando Spielberg no solamente que es un genio recreando secuencias
espectaculares, las cuales llegaran más avanzada la película y con esa
expresión tan circense de más difícil todavía como todo un principio a la hora
de abordar las secuencias de acción, sino que deja patente que es igualmente un
maestro a la hora de manejar los tiempos de una película, manteniendo un
excelente tempo narrativo de inicio a fin y sin una sola secuencia que sobre o
que resulte innecesaria, y eso que hablamos de una película que supera las dos
horas de metraje, tiempo durante el cual habrá lugar para disfrutar de
persecuciones, trampas, situaciones más ligeras impregnadas de un humor
socarrón y mordaz y como no podía ser de otra manera tratándose del bueno de
Indy, para el amor.
Harrison Ford continua resultando excelente en su papel
de Indiana, aportando toda esa vis canalla y encantadora que tan bien sentaran
a la hora de definir las bases del personaje en su primera aparición
cinematográfica, manteniendo el actor de La guerra de las galaxias (1977) un
nivel físico envidiable que le permitiría rodar buena parte de sus secuencias
de acción de la película, y eso que contaba ya con cerca de cincuenta años en
el momento del rodaje. Junto al actor principal de toda la saga y como uno de
los mayores reclamos de la película la
posibilidad de poder disfrutar de un Sean Connery en auténtico estado de gracia
interpretando al padre del arqueólogo, personaje basado a su vez en el propio
progenitor de Spielberg. Ambos actores
nos obsequian de esta manera en aquellas escenas en las que comparten plano con
las mejores secuencias de toda la película, como el momento en que anudados juntos tratan de huir de una sala en
llamas, resultando sin embargo curioso el hecho que Connery era tan solo doce
años mayor que Ford, lo que evidenciaba por lo tanto la imposibilidad a niveles
racionales de que pudiera ser realmente su padre, idea que sería eludida
gracias a la magia del cine. Junto a la estupenda pareja encontramos a varios
de los actores que participaran en la película originaria de la saga, como
Denholm Elliot en uno de sus últimos papeles antes de fallecer apenas tres años
más tarde como consecuencia de haber contraído el SIDA, quien interpreta a un
despistado y cómico Marcus Brody en contraposición con la mayor seriedad de ese
mismo rol en la entrega filmada ocho años atrás, así como volvemos a ver a John
Rhys-Davies en el papel del afable Sallah. De esta manera se potenciaba la idea
de continuidad de esta tercera entrega con En busca del arca perdida después
que Spielberg quisiera dar a los aficionados una auténtica secuela de esta tras
la ruptura narrativa y conceptual que supuso Indiana Jones y el templo maldito
respecto tanto al fondo como a la forma de la cinta original. Como partenaire
de Indiana y leit motive amoroso de la historia la película contó con una
desconocida Alison Doody, quien borda su papel de mujer dura, fría y sin
escrúpulos que sin embargo no puede evitar caer rendida a los pies de nuestro
héroe, mejor dicho, de nuestros héroes. Doody apenas se prodigaría en el medio
a pesar de haber participado en un mega éxito como el presente, rechazando
inclusive participar en la trilogía sobre El señor de los anillos encarnando a
Éowyn.
El éxito de la película sería brutal, con una recaudación
total de cerca de cuatrocientos millones de euros de la época, demostrando los
aficionados que todavía estaban ávidos de aventuras protagonizadas por Indiana
Jones, lo que animaría en este caso a George Lucas a llevar adelante un
proyecto que llevaba largo tiempo barruntando y consistente en mostrar al
personaje de Indiana en una faceta educativa, pudiendo inculcar ciertos
conocimientos generales simultáneamente a la presentación de las aventuras
vividas por el personaje en su juventud. El resultado, la notable Las aventuras
del joven Indiana Jones, que se mantendría en antena durante veintidós
episodios y por cuya serie pasarían nombres tan importantes a nivel
interpretativo y de dirección como los de Max Von Sydow, Christopher Lee,
Billie August o Mike Newell entre otros muchos. Más adelante llegarían una
cuarta y quinta película sobre el personaje, las cuales adolecen del tiempo
transcurrido entre película y película debido entre otros problemas a
desavenencias creativas entre Spielberg y Lucas, casi veinte años para ver en
pantalla Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, la más floja de la
saga, y más de treinta para una Indiana Jones y el dial del destino que si bien
recupera en parte la esencia de la trilogía inicial, en especial de la primera
y tercera entregas, ya contaría con un Harrison Ford excesivamente mayor para
el papel de Indiana Jones. Las décadas transcurridas harían además perder a la
franquicia esa aura tan ochentera de las tres primeras entregas, ya que en
todos los años transcurridos la forma de rodar y ver el cine había cambiado
sustancialmente. Nos quedamos de esta manera con una trilogía que con este
Indiana Jones y la última cruzada mantiene ese aura de misticismo y cine de
aventuras presente en la genial En busca del arca perdida, sin ningún tipo de
complejos y casi a la altura de la primera película de una de las más grandes
sagas cinematográficas de todos los tiempos.






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