Ahora que Warner trata de reformular
su universo cinematográfico basado en la editorial de comics DC toca hacer
repaso del denominado y ya finiquitado Snyderverse, una franquicia de películas
protagonizadas por personajes por todos conocidos que forman parte de DC y que
trataba de repetir el éxito que Marvel estaba cosechando no solo a nivel de
taquilla sino igualmente de crítica con su muy bien pensada y planteada
colección de títulos que adaptaban a su vez el estilo editorial de la
denominada Casa de las ideas. Y frente a una caterva de furibundos detractores así
como de rendidos admiradores de estas películas toca posicionarse como alguien que
en líneas generales ha disfrutado con la visión que el director de 300 o
Watchmen ha querido dar, y de hecho ha dado, a una franquicia de final abrupto,
lo cual no quiere decir no haya decisiones mejorables o directamente
criticables. Así que hagamos un repaso de los diferentes elementos a considerar
dentro de esta colección de películas englobadas dentro del universo DC y que
han tenido en la figura de Snyder tanto en su faceta de director como de
productor ejecutivo a su exponente principal.
Los
actores escogidos: En
líneas generales el tiempo ha dado la razón a Snyder y su equipo frente a
quienes han criticado prácticamente de manera sistemática las diferentes
elecciones para dar vida a cada uno de los personajes del universo DC adaptados
a la pantalla grande. Henry Cavill se ha manifestado de esta manera como un
enorme Superman, el más imponente a nivel físico y capaz a su vez de transmitir
esa aura de ser cuasi divino, todo ello a pesar de tener que competir de inicio
con el legado imperecedero de un Christopher Reeve convertido en la imagen por
antonomasia del Hijo de Krypton. A Cavill le sucedería lo mismo que posteriormente
pasara con Ben Affleck en el papel de Batman, que es un enorme Superman pero por
el contrario no logra encarnar a un convincente Clark Kent, siendo de hecho su
faceta como humano prácticamente desechada en las películas del universo ideado
por Snyder. Toca ahora hablar de un Ben Affleck que callaría muchas bocas
encarnando a un Batman imponente y en el ocaso de su carrera, totalmente en
línea con lo narrado por autores como Frank Miller en El regreso del caballero
oscuro. Es cierto que, tal y como sucedía con Cavill, como Bruce Wayne no está
a la altura de la interpretación de Christian Bale en la trilogía dirigida por
Christopher Nolan, pero nadie duda que como Hombre Murciélago es una de las
mejores representaciones vistas en pantalla grande, sino la mejor. También
lograría silenciar a sus detractores una Gal Gadot que daría vida a Wonder
Woman y que lograría compensar toda esa falta de voluptuosidad de la que fuera
acusada como argumento principal para justificar su imposibilidad para encarnar
a la Mujer Maravilla con toneladas de carisma. Igualmente acertadas serían las
elecciones de Jason Momoa como Aquaman en uno de esos casos en los que el
intérprete parece haber nacido para el papel e incluso en el caso de un
polémico Ezra Miller, quien más allá de toda la cancelación sufrida por el
actor a raíz de su comportamiento fuera de los platós, hay que reconocer que
ofrece una estupenda interpretación en su doble papel de Barry Allen/Flash.
Aunque por dar una de cal y otra de arena en lo que a personajes principales
respecta quizás la piedra en el zapato de estas películas la encontremos en
unos villanos que a excepción de la interpretación de Michael Shannon como Zod
quedan muy desdibujados, con mención especial para un Lex Luthor encarnado por
un perdido Jesse Einseberg que se limita a tratar de imitar lo ya hecho por
Heath Ledger con su Joker sin lograr dar a su personaje la entidad necesaria
teniendo en cuenta nos encontramos ante la némesis central del héroe principal
de la saga.
La
estética: Mucho se ha
criticado que Snyder haya llevado a su terreno el universo de DC, indicando que
este es mucho más luminoso en las páginas de los comics que en su traslación
audiovisual. En este caso para gustos los colores y sí que es cierto que esa
estética más oscura y adulta conferida a parte de las películas estrenadas
dentro del sello DC dota no solo de la personalidad de su autor a la franquicia
haciéndola suya, sino que logra crear y ofrecer algo diferente a nivel visual frente
a unas películas Marvelitas mucho más cálidas y coloridas a nivel general,
aunque sí que tendieran igualmente hacía un tono más sombrío en los títulos
dirigidos por los hermanos Russo. Si por algo destaca Snyder es por su talento
visual, y las películas con su sello pertenecientes a la franquicia
cinematográfica de DC nadie puede negar son enormemente potentes en ese
aspecto. Es lo mismo que sucede cuando uno de los múltiples personajes de la editorial
de comics de la que estamos hablando pasa de un autor a otro, de un dibujante a
otro, que cada uno de estos le confiere parte de su estilo y sus constantes aunque
sin renunciar nunca a la propia alma del personaje, siendo esto lo que ha
sucedido con las películas capitaneadas por Snyder, que aunque con su propia
identidad visual no han traicionado la esencia de los personajes adaptados.
Las tramas: Aquí sí que posiblemente nos encontremos ante del talón de Aquiles de una cronología de películas que trataría de hacer lo mismo que Marvel había hecho a lo largo de una década y más de una veintena de títulos en apenas cuatro años y con muchos menos estrenos a sus espaldas, conformar un tejido argumental solido, interrelacionado y coherente. Craso error, no solo porque el tratar de correr lastraría el proyecto en su conjunto en parte en base a unas tramas forzadas y sin peso, sino porque posiblemente DC debiera haberse desmarcado de este plan a medio y largo plazo para crear una pluralidad de historias que en realidad son una y donde Marvel es infinitamente superior ya en los comics para crear una colección de películas que, aunque dentro de una misma corriente cinematográfica marcada por su pertenencia al universo creado por DC en las páginas de sus comics, fueran independientes, con una trilogía de Nolan brillante en su forma de narrar todo el recorrido vital de Batman, un Joker de Todd Philiphs capaz de hacer algo diferente con una historia vista en infinidad de ocasiones, un Escuadrón suicida convertido en la cara más gamberra y desenfadada de la franquicia, especialmente con James Gunn al timón, y un Superman con alma propia ya desde la decisión de titular a la película inaugural como El hombre de acero. Si a todo esto unimos que Snyder es mucho mejor dirigiendo historias de otros que guiones propios tenemos uno de los motivos por los cuales Warner ha decidido dar carpetazo a un proyecto que podría haber funcionado mucho mejor con Snyder encargándose del apartado visual y conceptual mientras era dirigido en todo lo concerniente a las historias y plan de trabajo argumental por una segunda persona, tal y como sucedería con El hombre de acero, donde contaría con el respaldo de un David S. Goyer enormemente conocedor del universo de los comics y un Christopher Nolan que venía de ganarse al respetable con su trilogía del Caballero oscuro. Quizás el hecho de que Snyder tratara de abarcar demasiadas responsabilidades en este barco que era crear una saga de películas inspiradas en el universo de la editorial DC haya terminado por hacer zozobrar la embarcación.
Sea como fuere la era Snyder como
director de orquesta del universo cinematográfico DC ha finalizado, eso sí,
pudiendo dejar entre su legado una Liga de la justicia que mejoraba y mucho lo
visto en cines con el estreno en 2017 de una versión remontada por Joss Whedon y
que en cierta manera traicionaba la esencia de lo que hasta ese momento había
ido construyendo Snyder, un remontaje con el que además se hacía justicia a todo el
cariño puesto por el director de Amanecer de los muertos en el proyecto. Con
sus grandes aportaciones, sus elementos mejorables y llegados a este momento
solo resta decir una cosa, Gracias Zack
Snyder.
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