97´
Roger Kumble
Kathryn y su hermanastro Sebastian son dos adinerados y elitistas estudiantes de Nueva York que, para paliar su hastio, gustan de manipular a quienes les rodean a su antojo. Es por ello que, en su afición por destruir al prójimo, deciden hacer una apuesta por la cual el deberá acostarse con una joven que ha manifestado su intención de permanecer virgen hasta el matrimonio. Como objeto de la apuesta el pondrá sobre la mesa su carísimo coche mientras que la muchacha lo que pondrá en juego es su cuerpo, permitiendo que Sebastian se acueste con ella.
Durante la década de los noventa serían muchos los géneros que adaptarían temática y tono para encajarlos dentro del renacido auge del cine para adolescentes. Crueles intenciones es un perfecto ejemplo de este estilo, tomando la novela de Choderlos de Laclos, ya adaptada en títulos superiores como Las amistades peligros (1988) y Valmont (1989), para encajarla en las premisas de las películas estudiantiles. Sin embargo, el resultado final no pasa de medianamente entretenido, siendo una dirección plana y el batiburrillo de géneros su principal lastre, ya que la película se mueve indiscriminadamntre entre el drama, la comedia, el cine romántico y el pseudoerótico sin ningun tipo de coherencia.
Por el contrario podemos encontrar en la cinta, que generaría sin embargo un
par de secuelas y una serie para televisión, un buen número de rostros de
jóvenes actores que en aquellos finales de los noventa estaban en el
disparadero de unas carreras que no llegarían sin embargo a despuntar, siendo Reese
Whiterspoon quien construyera una trayectoria profesional más armada. Y puede
que esa sea la moraleja de la historia, dando la mayor proyección profesional a
quien en la cinta es el objeto de juego de los dos despiadados hermanastros
protagonistas.



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