Veronica Lake, el mito. Y es que a esta bellísima actriz de metro cincuenta, rubia cabellera, ojos azules y cínica sonrisa le bastaría con tan solo una década de presencia en la meca del cine, en ese Hollywood en blanco y negro convertido ya por aquellos años cuarenta y por derecho propio en epicentro mundial del bien llamado séptimo arte, para convertirse en uno de sus referentes principales, icono y estandarte dentro de ese maremagno de actrices convertidas en auténticas estrellas del firmamento de la ciudad de Los Ángeles. La intérprete destacaría por una presencia en pantalla imponente a pesar de su escasa envergadura, llenando a golpe de carisma cada escena en la que hiciera acto de presencia. Se convertiría por derecho propio en el perfecto exponente de la femme fatale al uso gracias a su participación en varios títulos de un cine negro enormemente prolífico en aquellos años como La dalia azul, El cuervo o La mujer de fuego. La actriz demostraría no obstante su versatilidad en pantalla más allá del rol de mujer de carácter, siendo igualmente notable su capacidad para la comedia en títulos como Los viajes de Sullivan o Me case con una bruja, que además de servir de inspiración para la conocida sitcom de los años sesenta protagonizada por Elizabeth Montgomery Embrujada, nos presentaría a la Verónica Lake más encantadora, dulce y adorable, aunque sin perder un ápice ese aura de sensualidad que era imposible separar de la intérprete. Convertida en una de las pin up de referencia para las tropas norteamericanas desplegadas a lo largo y ancho del globo terráqueo en plena contienda mundial, su peinado se convertiría en su principal seña de identidad, siendo imitado hasta la saciedad por las mujeres de la época y caracterizado por una media melena rubio platino que prácticamente cubría la mitad de su angelical rostro. Pero como todo buen mito de Hollywood que se precie la actriz representaría igualmente ese perfecto exponente de la diva con mayúsculas, matrimonios varios mediante, siendo una mujer de fuerte carácter, temperamento incontrolable y sinónimo de rodajes conflictivos, hasta el punto de convertirse en paria para buena parte de sus compañeros de profesión. Únicamente el actor Alan Ladd gustaría de repetir presencia en pantalla con Veronica Lake, principalmente porque era la única actriz del momento más bajita que él, lo que hacía que el actor se sintiera más cómodo durante las filmaciones. Tras diez años de películas, éxitos y polémicas, Veronica Lake abandonaría abruptamente el mundo de la interpretación. Tenía veintisiete años y ya era una leyenda viviente.
Constance
Frances Marie, la mujer. Con una de esa vidas amparadas en la desdicha y
presidida por la trágica muerte de su padre cuándo esta era solamente una niña,
sería este probablemente el acontecimiento que la marcaría de por vida. Tras
ser descubierta en segundas nupcias por la Paramount, siendo uno de sus
productores quien la bautizaría para el cine como Veronica Lake, sería empujada
a un mundo de la interpretación que realmente detestaba por una madre que no
tardaría en ver en su pequeña a la gallina de los huevos de oro, llegando
incluso al punto de demandarla cuándo la actriz decidió, tras diez años de
éxito, retirarse definitivamente del mundo del cine, terminando de esta manera
de enviar a la ruina económica a su propia hija. Tras su retiro no tardaría en
ser olvidada por el gran público, que enseguida hallaría en otras actrices del
momento a la sustituta de la Lake en el Olimpo de las diosas del cine de la
época. Desaparecida de la opinión pública durante décadas reaparecería sorpresivamente
como camarera en un hotel de Manhattan. Fallecería con apenas cincuenta años en
el más absoluta de los olvidos, siendo su alcoholismo una de las causas
principales de su temprano fallecimiento. Curiosamente su compañero de
profesión, Alan Ladd, también moriría trágicamente a la misma edad, en este
caso de una sobredosis de alcohol y barbitúricos. El único que de alguna forma
pareció entender el irascible carácter de Veronica Lake durante los rodajes. Un
carácter que era consecuencia de una esquizofrenia paranoide nunca tratada, un alcoholismo cada vez más acuciante y la
amargura de dedicarte a algo que realmente odias pero estás obligada a hacer.
El tiempo, ese que todo lo cura, acabaría devolviendo a la actriz, a la mujer,
al merecido lugar que actualmente ostenta en la historia del cine de Hollywood,
hasta el punto de ser homenajeada a través de los personajes de Jessica Rabbit
en ¿Quien engaño a Roger Rabbit? y de Lynn Bracken en L.A. Confidential. Y es
que, como precisamente decía el animado personaje de Jessica Rabbit en una
frase que podríamos aplicar a la misma Veronica Lake, “Yo no soy mala, es que
me han dibujado así”.
Todos
nos enamoramos de Veronica Lake, el mito.
Ninguno conocimos a Constance Frances Marie, la mujer.
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